03 maio, 2008

María Zambrano e algumas ervas

Sólo la Palabra
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"HAY una palabra, una sola, de la que no se sabe de cierto si alguna vez ha traspasado la barrera que separa al silencio del sonido. (...) la barrera entre el silencio y el sonido no ha dejado nunca de existir, erizándose hasta llevar al que habla al borde del paroxismo. La incontinencia del habla ha de tener en ese infraqueable obstáculo su origen. Y el desbordamiento del hablar entonces toma carácter de fenómeno cósmico; catarata, erupción volcánica. Y la palabra que es en sí misma unidad, conjunción milagrosa de la "fysis", del sentido que abarca y reúne los sentidos, soplo vivificante, impalpable fuego y luz del entendimiento, cae arrastrada más infeliz que la piedra que acabará de rodar alguna vez al encontrar el mínimo albergue de su peso.


La palabra escondida, a solas celada en el silencio, puede surgir sosteniendo sin darlo a entender un largo discurso, un poema y aun un filosófico texto, anónimamente, orientando el sentido, transformando el encadenamento lógico en cadencia; abriendo espacios de silencios incolmables, reveladores. (...) Engendradora de musicalidad y de abismos de silencio, la palabra que no es concepto porque es ella la que hace conceber, la fuente del concebir que está más allá propiamente de lo que se llama pensar. Pues que ella, esta palabra es pensamiento que se sostiene en sí mismo, reflejo al fin en lo simplemente humano de la lengua de fuego que abrió a aquéllos sobre quienes se posó el sentido y conocimiento de las lenguas todas. No se da a ver. Abre los ojos del entendimiento para que vea o vislumbre algo. Y no se presenta a sí misma porque, de hacerlo, acabaría con la relatividad del lenguaje y con su tiempo. Y quizá sea ella que llegue un día.

Sin moverse, mueve; (...) abre surcos en el tiempo paralelos o no. Y aún sostiene la divergencia entre ellos, pues que en la relatividad de la vida, la divergencia es garantía de unidad cuando está sostenida por la palabra depositaria del sentido uno, de lo único.

Y llega ella, la palabra sola, a imponer en ciertos casos, en ciertas fases del ser del hombre, la privación del lenguaje, dejándolo reducido a lo indispensable para que siga formando parte de la sociedad el individuo a quien esto ocurre. Y a veces, quizá cuando el sujeto en cuestión insiste en hablar como siempre o más, se queda sin palabra alguna, sumido en total silencio, sin que pueda hablar ni consigo mismo. (...)"
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María Zambrano, Claros del bosque. 5ª. ed. Seix Barral, «Biblioteca de Bolsillo», Barcelona, 2002: VI- Palabras, 99-101.

. por maria toscano